PERMANECE FIRME
Puede que sea difícil para nosotros imaginar a Jesús ser tentado. Él es Dios, después de todo. Pero también él era plenamente humano, y enfrentaba las tentaciones y pruebas de la vida, así como el resto de nosotros. De hecho, esto es uno de los aspectos claves de nuestra fe. Jesús vino a ser uno como nosotros, menos en el pecado. Él comprende nuestras debilidades y las dificultades que algunas veces pasan en la vida, y él está con nosotros, fortaleciéndonos para permaneces firmes en la fe, así como él lo hizo en el desierto, durante su ministerio terrenal y en la cruz.
CONFÍA EN DIOS
Cuando Moisés y los israelitas estuvieron en el desierto, algunas veces se quejaron. Asustados y preocupados, pusieron en duda si Dios estaba realmente con ellos, a pesar de los muchos signos y prodigios de la fidelidad de Dios hacia ellos. Gradualmente, aprendieron que confiar en Dios siempre los guiaría y estaría con ellos. Se hicieron más conscientes de la presencia de Dios y estuvieron agradecidos por los dones de Dios en medio de ellos. Al celebrar la primera cosecha en la Tierra Prometida, ofrecieron sus primeros frutos a Dios como un signo de su agradecimiento. ¿Alguna vez te has quejado de Dios durante un tiempo de preocupación o angustia? En ocasiones, podemos estar tentados a alejarnos de la vida a la que estamos llamados. Es justo en esos momentos en los que podemos conocer a Jesús, quien responde ante la tentación volviéndose a Dios y confiando completamente en la voluntad de Dios. Mira a tu alrededor. Se atento a las muchas bendiciones en tu vida, y ten claro que todas las cosas buenas vienen de Dios. La Cuaresma es un tiempo de gracia cuando nuestras vidas cambian de dirección, abriendo nuestros corazones y vidas para ver la bondad de Dios y responderle con nuestras vidas. Sigamos a Jesús fuera del desierto, listo para darle nuestros primeros frutos, los frutos de nuestras vidas, talentos, recursos y fe.